Para detectar el linfogranuloma venéreo se hace un examen
físico en el que se busca una conexión anormal con supuración en la zona
rectal, una úlcera en los genitales, supuración a través de la piel desde los
ganglios linfáticos inguinales, hinchazón de la vulva o labios e inflamación de
los ganglios linfáticos inguinales.
Los exámenes incluyen un estudio de sangre para la bacteria
que causa el LGV y una prueba de laboratorio para detectar la clamidia.
Las posibles complicaciones de esta infección son conexiones
anormales del tejido entre el recto y la vagina, inflamación cerebral, infecciones
en las articulaciones, los ojos, el corazón o el hígado, inflamación e
hinchazón prolongada de los genitales, cicatrización y estrechamiento del
recto.
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