La vacuna
contra la hepatitis B es el principal pilar de la prevención de esta enfermedad.
La OMS recomienda que se administre a todos los lactantes lo antes posible tras
el nacimiento, preferentemente en las primeras 24 horas.
La serie
completa de vacunas genera anticuerpos que alcanzan niveles de protección
superiores al 95% en lactantes, niños y adultos jóvenes. La protección dura por
lo menos 20 años, y probablemente toda la vida. Por lo tanto, la OMS no
recomienda dosis de refuerzo en las personas que hayan recibido la serie
completa de la vacuna en tres dosis.
Por otra
parte, la aplicación de estrategias sobre seguridad de los productos
sanguíneos, en particular las pruebas de detección de calidad asegurada para
toda la sangre y los componentes sanguíneos donados destinados a transfusión,
pueden prevenir la transmisión del virus de la hepatitis B. Las prácticas para
la seguridad de las inyecciones, al eliminar inyecciones innecesarias e
inseguras, pueden ser eficaces para proteger contra la transmisión del virus de
la hepatitis B. Asimismo, adoptar prácticas sexuales más seguras, por ejemplo
reducir al mínimo el número de parejas sexuales y utilizar medidas de
protección (preservativos), protege contra la transmisión.
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