Prevención
Una higiene cuidadosa es la mejor prevención contra el citomegalovirus. Los
profesionales sanitarios tienen el mayor riesgo de exposición, pero debido a
las precauciones utilizadas en el ámbito de la atención de salud, el riesgo de
contraer la enfermedad es muy bajo.
Se pueden tomar estas precauciones para ayudar a prevenir la infección por
CMV:
- Lavarse las manos con frecuencia. Usar agua y jabón durante 15 a 20 segundos, especialmente si se tiene contacto con niños pequeños o los pañales, baba u otras secreciones orales.
- Evitar el contacto con las lágrimas y la saliva cuando se besa a un niño. Esto es especialmente importante cuando se está embarazada.
- Evitar compartir alimentos o beber de la misma copa que los demás.
- Tener cuidado con los objetos desechables. Al desechar los pañales, pañuelos y otros artículos que han sido contaminados con fluidos corporales.
- Practicar el sexo seguro. Usar un condón durante las relaciones sexuales para prevenir la propagación del virus CMV a través del semen y los fluidos vaginales.
Las vacunas experimentales se están probando para las mujeres en edad
fértil. Estas vacunas pueden ser útiles en la prevención de la infección por
CMV en las madres y los niños, y reducir la probabilidad de que los bebés
nacidos de mujeres que se infectan durante el embarazo desarrollen
discapacidades. Si se tiene un sistema inmune comprometido, se podrá tomar
medicamentos antivirales para prevenir la enfermedad por CMV.
Pruebas
El
CMV se diagnostica con un análisis de sangre.
En
caso de estar embarazada, es posible que el médico realice pruebas de detección
del CMV para determinar si existe un riesgo para el bebé. Si se es portadora
del virus, es posible que el médico sugiera realizar una prueba que se llama amniocentesis, con la cual se recolecta una muestra del líquido
amniótico para analizarlo. Esto puede ayudar a determinar si el bebé que va a nacer
tiene el CMV.
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